Es incorrecta la afirmación de que los dinosaurios se extinguieron a causa de un meteorito. En realidad cuando el hombre hizo su aparición sobre la faz de la tierra, los dinosaurios no pudieron ocultar el espanto ante el poder destructivo desplegado por la especie nueva. Temerosos, se replegaron hacia el mar para perservar sus vidas. Como era de suponerse, el hombre invadió cada rincón del planeta. A los dinosaurios no les quedó más opción que precipitarse a las aguas. Muchos perecieron. Sólo unos pocos lograron sobrevivir.
No extraña, entonces, que los sobrevivientes cada tanto nos espíen desde los mares (hoy convertidos en lagos). Están en su derecho saber si ya pasó el peligro, si ya pueden regresar, finalmente, a la superficie.
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