En la Antigua Grecia, durante la tiranía de Periandro de Corinto, se presentó el gobernante de Mileto a preguntarle cuál era la mejor manera de reinar. Periandro, en un gesto harto elocuente, condujo al embajador milesio hasta un trigal y, tomando un báculo, decapitó a todas las espigas que osaban asomarse por encima de las demás.
Gustavo Reyes
(Extraído de su libro Poegramas, 1998)
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