miércoles, 1 de junio de 2011

Últimas palabras

    Dispara, cobarde. Sólo vas a matar a un hombre dijo el guerrillero. 
La detonación eclipsó la mañana. El soldado se acercó al cuerpo.
    El Che Guevara sonreía.


(Extraído de su libro El fabricante de sombras)

lunes, 23 de mayo de 2011

Los sueños del señor G.


            Una noche el señor G. soñó que era un piso. Un lustroso piso de parquets.
A la noche siguiente el señor G. soñó que era una cucaracha que merodeaba por un lustroso piso de parquets. A la tercera noche el señor G. soñó que era el señor G. que aplastaba una cucaracha sobre un lustroso piso de parquets.
            Ya a la cuarta noche el señor G. no despertó más.

Anécdota que viene a cuento

    En la Antigua Grecia, durante la tiranía de Periandro de Corinto, se presentó el gobernante de Mileto a preguntarle cuál era la mejor manera de reinar. Periandro, en un gesto harto elocuente, condujo al embajador milesio hasta un trigal y, tomando un báculo, decapitó a todas las espigas que osaban asomarse por encima de las demás.  


Gustavo Reyes

(Extraído de su libro Poegramas, 1998)

jueves, 19 de mayo de 2011

Pura tesón

      Después de ser herido, Aquiles se incorporó y se arrancó la flecha del talón. Empuñó la espada y continuó luchando. Era tal el fervor que no se dio cuenta de que estaba muerto.

martes, 17 de mayo de 2011

Nessie

Es incorrecta la afirmación de que los dinosaurios se extinguieron a causa de un meteorito. En realidad cuando el hombre hizo su aparición sobre la faz de la tierra, los dinosaurios no pudieron ocultar el espanto ante el poder destructivo desplegado por la especie nueva. Temerosos, se replegaron hacia el mar para perservar sus vidas. Como era de suponerse, el hombre invadió cada rincón del planeta. A los dinosaurios no les quedó más opción que precipitarse a las aguas. Muchos perecieron. Sólo unos pocos lograron sobrevivir.
No extraña, entonces, que los sobrevivientes cada tanto nos espíen desde los mares (hoy convertidos en lagos). Están en su derecho saber si ya pasó el peligro, si ya pueden regresar, finalmente, a la superficie.

lunes, 9 de mayo de 2011

New York, 1980






—El fanatismo es una utopía que sólo conduce a la muerte—le dijo John Lennon a Mark Chapman, mientras éste le extendía una copia del álbum Double Fantasy.
—Sólo quiero su autógrafo —dijo Chapman.
Pero más tarde Chapman reflexionó:
—También quiero su vida.

jueves, 5 de mayo de 2011

El fabricante de sombras

de
Gustavo Reyes


Sinopsis

Este volumen de relatos presenta un condimento extra: casi todos los cuentos que lo integran han sido premiados o distinguidos en concursos literarios.

A lo largo de sus páginas se perciben las principales obsesiones del autor: los fantasmas que habitan nuestros días, las intertextualidades sutiles con obras famosas de la literatura universal, las sombras como reflejo de nuestras miserias, el miedo de perder la identidad al despertar en la mañana.

En este volumen el relato largo, el relato breve y el microrrelato conviven armoniosamente, en un mundo donde lo fantástico es el continente.






La muerte de Osama

Obama, el presidente de este país, nunca pensó que anunciaría ante tanto público, trepado a un palco, la muerte de Osama, el terrorista que asoló este país. De hecho Osama, ni bien perpetró su fechoría, huyó con sus seguidores al interior y se mezcló con la gente de campo. Osama sabía que si se mimetizaba con la gente de este país jamás sería atrapado. Es por eso que depuso la túnica por el jeans, el turbante por el gorro de béisbol, la barba mosaica por la barba candado. Osama estudió inglés, se instruyó en slang, abandonó la contemplación para servir al consumo. Osama comenzó a hablar como la gente de este país, se afilió al partido demócrata, estudió derecho, luchó contra el racismo, leyó a John Kennedy Toole. También cambió a Alá por un extraño dios tripartito. Sabía que las cosas más difíciles de encontrar son aquéllas que están visibles. Fue por eso que, mientras la gente de este país lo buscaba en cuevas inaccesibles, Osama militaba en política, pronunciaba discursos a favor del desarme, ocupaba bancas en el Senado. Con el tiempo la gente de este país le retribuyó su afecto y, como corresponde a todo hombre bien habido, lo invistió presidente. Pero Osama nunca pensó que anunciaría, trepado a un palco, ante tanto público, que él, es decir el otro, había muerto. La gente de este país, ciertamente, se lo agradeció.

4 de mayo de 2011
Gustavo Reyes